Delicias.- “Estamos trabajando solo para no cerrar, porque de ganar, ya no se gana nada”, expresó con evidente preocupación Santos Anchondo, dirigente del sector social de productores lecheros en la región centro-sur, al hablar sobre lo difícil que se ha vuelto mantener los establos en funcionamiento ante el incremento desmedido de los insumos y el bajo precio del litro de leche.
El productor reconoció que esta situación ha puesto al borde del colapso a decenas de familias que dependen de la actividad lechera, pues los costos se dispararon mientras el precio de venta sigue prácticamente estancado.
“Los concentrados subieron más del 60 por ciento, de 250 a 400 pesos el costal, y los medicamentos casi se duplicaron. Con 11.50 pesos por litro, ya con subsidio, no alcanza para sostener la operación”, lamentó.
Entre las principales demandas del sector se encuentra la modificación del esquema de pago, ya que actualmente el precio base se fijó en 7.05 pesos por litro, más un subsidio de 4.45 pesos. Esto deja en desventaja a los productores, pues la leche que no logran colocar con Liconsa termina vendiéndose a industriales entre 7 y 8 pesos por litro, lo que representa pérdidas constantes.
Pese a las dificultades, los lecheros continúan trabajando sin recurrir a protestas o bloqueos, con la esperanza de que se escuche su petición de incremento al precio del producto. No obstante, durante la última visita del delegado del programa Leche para el Bienestar, Gregorio Chávez Treviño, se anunció que el ajuste previsto para el próximo año será únicamente conforme a la inflación, un aumento mínimo que los productores consideran insuficiente.
La falta de rentabilidad ha provocado que muchos opten por reducir sus hatos para poder subsistir, vendiendo parte de su ganado con tal de mantener el resto. “Antes teníamos veinte vacas, ahora apenas diez, y si esto sigue igual, no sé si podamos seguir otro año más”, confesó Anchondo.
En los establos de la región, la lucha diaria ya no es solo por producir leche, sino por resistir. Los altos costos, el bajo precio y la incertidumbre mantienen al sector en una encrucijada que amenaza con desaparecer una de las actividades más tradicionales del campo chihuahuense.
