MADRE DE SARA MILLEREY HABLA DE LAS ÚLTIMAS HORAS DE SU HIJA: “NO ME DEJARON TIRARME A LA QUEBRADA PARA SALVARLA”
Alejandro Daniel García Ferrel

Cuando Sandra Milena Borja Piedrahita recibió la llamada de parte de su hermana, en la que le informaba que a Sara Millerey le habían fracturado los brazos y las piernas para después arrojarla a la quebrada La García de Bello, sintió que su corazón se partió en dos.
De inmediato llegó hasta el sector de Playa Rica y se encontró con la macabra escena. Su hija de 32 años se aferraba como podía a unas ramas para que la corriente del afluente no la arrastrara.
“Apenas la vi así, sosteniéndose con su manito quebrada a esas ramas me iba a tirar, pero la gente no me dejó tirarme para salvarla”, aseguró en medio del llanto.
Sara Millerey, recordó su madre, la miraba y sus gritos aún retumban en su memoria: “Fueron dos señores, que Dios les ha de pagar, los que se metieron a la quebrada para que la corriente no se la llevara. Luego llegaron los bomberos y la terminaron de sacar”.
De allí la trasladaron a la clínica La María de Bello y ella nunca se separó de su hija. Las horas después del crim3n fueron de intenso sufrimiento para las dos, hasta su partida.
—Mamá no me abandones—, le dijo Sara.
—No hija, aquí estoy. No te abandonaré —, le respondió su madre.
—Mamá tengo sed… voy a m*rirme.
Y esas fueron las últimas palabras de la mujer trans que hoy se ha convertido en el símbolo de la lucha emprendida por la población LGBTIQ+ del país que exige al Estado y a las autoridades que, cuanto antes, capturen a los responsables del crimen que han catalogado como transfóbico.
«La mat4ron por ser quién era»
Sandra, en medio de su dolor, asegura que el crim3n de Sara Millerey fue por su condición de mujer trans, ya que con anterioridad había sufrido de 4gresiones en los barrios por donde andaba.
“A mi hija la m4t4ron por ser quién era. Por ser una mujer alegre y feliz, una mujer libre, por aceptarse cómo era y por enfrentar a la sociedad con determinación”, añadió.
Denunció que muchas veces Sara le contaba que la insult4ban o que la golpeaban a lo cual le respondía que no hiciera caso a esas agresiones y que siguiera siendo lo que siempre había sido “una mujer luchadora”.